Estoy muy enojada con todos los comentarios negativos que se han ganados los deportistas mexicanos que representaron al país en las Olimpiadas de Río de Janeiro. Me parece que no tenemos mucho chance de salir adelante si siempre nos obsesionamos con resaltar o destacar lo malo, sin ver lo que sí se hace bien.
Es verdad que el papel como funcionario público del presidente de la Comisión Nacional del Deporte, Alfredo Castillo, dejó mucho que desear, pero tampoco podemos considerar que la situación lamentable del deporte organizado en México es culpa de una sola persona.
La excusa del Secretario de Educación Pública de que quedamos en el medallero con el promedio de siempre (de 4 a 6 medallas), no es razón para que no nos preguntemos porque países con un nivel inferior de desarrollo que el nuestro, como Corea del Sur, lograron quedar en los diez primeros lugares de la justa olímpica.
No todo es mediocridad en el escenario mexicano. Hay entidades como Jalisco, que ya ha organizado diferentes competencias deportivas de nivel nacional e internacional, que han alcanzado el éxito con trabajo sostenido(sin importar los vaivenes políticos de la entidad), formación de entrenadores, detección temprana de talentos deportivos, inversión en la infraestructura deportiva necesaria, seguimiento y evaluación de las capacidades de los atletas, y la creación de bases verdaderamente sólidas para el desarrollo de todos los deportes.
Este modelo es el que debiéramos replicar en todo el país, y ahora que estamos en la aprobación de la Propuesta del Nuevo Modelo Educativo, tal vez es el momento de plantearse como hacer de la práctica del deporte un asunto sistemático en todas las escuelas del país, una condición fundamental de la educación de los niños y las niñas desde la educación básica, y no sólo, como es visto hasta ahora en la escuela y en las familias, un complemento de su desarrollo.
Así, parte de lo que hoy se discute en la reforma educativa debe incluir el fomento del deporte desde la educación inicial, es decir, desde los primeros años de la vida. Y parte de la infraestructura necesaria en las escuelas deberán ser también nuevas canchas, equipos deportivos y suficientes profesores de educación física. Tal vez haciendo las cosas así, nuestro desempeño olímpico algún día podrá ser diferente.
