11.Diciembre.2017
INFANCIA SIN DERECHOS.
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Hace unos días, me partió el corazón una noticia en redes sociales, que tristemente refleja la condición de muchos de los niños y niñas que habitan este país. Se trataba de la historia de Miguel Ángel “X”, un pequeño niño de cinco años, hijo de una trabajadora doméstica de la Ciudad de México, que falleció de un infarto al miocardio durante la noche.

Víctima de la pobreza, de la desnutrición y la precariedad, el pequeño Miguel Ángel falleció a las dos de la mañana, antes de que su consternada madre alcanzara a llevarlo a un hospital. Ante la desesperación y la carencia de recursos para enterrarlo en la capital, la desconsolada madre decidió envolverlo en sus cobijitas, cubrirlo con una bolsa de plástico transparente, transportarse en metro hasta la terminal de autobuses e intentar abordar un camión hacia Acambay, Puebla, donde vivía su familia y amigos.

Los pasajeros en la sala de espera se percataron de que el bulto que apretaba entre sus brazos era un niño. Llamaron a la policía, y después de varias investigaciones periciales se determinó que efectivamente el pequeño había fallecido de muerte natural, y la Procuraduría de Justicia de la ciudad de México costeó el traslado a la comunidad de Puebla de donde eran originarios.

¿Cómo puede ser tanta miseria, tanta pobreza? ¿Qué nos pasa como sociedad, cómo país? ¿Cómo es posible tanta indiferencia, tanta frialdad, tanto individualismo?

En México, 4 de cada 10 habitantes son niños y niñas menores de 18 años. De ellos, de acuerdo con la Encuesta Intercensal 2015, casi un 8 por ciento presenta una situación de inseguridad alimentaria severa. Este grado de inseguridad alimentaria significa que diariamente muchos niños y niñas en el país, aunque tengan mucha hambre, simple y sencillamente no reciben ningún alimento.

En esta misma encuesta se hizo constar que 8 de cada 100 niños mexicanos trabajan. Ambos datos, los de los niños en inseguridad alimentaria severa y los de los niños trabajadores, se explican en términos de las cifras del Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL), que maneja el escalofriante número de 53.9 por ciento, es decir, más de la mitad de los niños, niñas y adolescentes del país, en situación de pobreza.

¿Cómo llegamos a este punto? ¿Cómo es que nos hemos convertido en el contexto latinoamericano en el país que menos dinero invierte en sus niños y niñas? ¿Cuál es el plan de acción para remontar este terrible escenario nacional en materia de derechos infantiles?

El candidato que ofrezca en su plataforma política una propuesta de acciones concretas y pertinentes para empezar a resolver este problema, contará con mi voto, sin importar el partido u organización política que lo abandere.

¡Hasta la próxima!


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