17.Diciembre.2016
LA HERENCIA DE NUESTROS HIJOS
Por
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Un querido amigo mío con el que platicaba ayer de la situación financiera y la crisis ética de nuestro estado, nuestro país y el mundo en estos “tiempos difíciles”, remató lacónicamente nuestra plática con esta sentencia: “lo mejor que podemos heredarles a nuestros hijos es una buena educación”.

Yo me he quedado pensando en qué mundo es el que les vamos a heredar a nuestros hijos y a nuestros nietos, y esa reflexión me llevó a evaluar el mundo que yo recibí de mis mayores.

Mi abuela y mi madre se esforzaron mucho porque yo tuviera una educación formal y no formal, porque fuera independiente y responsable. Porque tuviera los elementos básicos para ser feliz, y me dieron la libertad para decidir si los usaba o no.

No creo que se hubieran preocupado nunca por el mundo que me iban a dejar…Es más, si lo pienso bien, el mundo que heredé de mis mayores no fue tampoco una belleza. Pero si tengo que reconocer que hicieron lo que estuvo a su alcance, en sus circunstancias y sus capacidades, para hacer de mí, simple y llanamente, un buen ser humano.

Me parece que en esta época lo verdaderamente importante es cuestionarnos que hijos le vamos a dejar al mundo y no al revés.

A mí me encantaría que mis hijos, nietos y los de los demás, fueran gente honesta, de mirada limpia, solidarios, sinceros, responsables de su propio destino y de aprovechar todas las oportunidades de formación que sus familias y la misma vida puedan ofrecerles. En dos palabras, buenas personas, porque si logramos que lo sean, podremos estar seguros de que construirán un mundo también bueno.

Y aquí coincido con mi amigo, y creo que más que preocuparnos por ellos nuestra preocupación debe centrarse en darles una buena formación familiar: que sepan distinguir el bien del mal, que piensen en los demás, que sean generosos, que sean honestos… Después de los puntos suspensivos ustedes, amables lectores, agreguen todas las cosas buenas que se les ocurran.

Vuelvo a caer en cuenta de la importancia que tiene la familia, del papel preponderante de los padres… Más que pensar en el futuro, en lo mal que está el mundo, creo que los padres debemos asumir que nuestros hijos y lo que ellos son, qué calidad humana y capacidades tienen, es, básicamente, asunto y responsabilidad nuestra.

Así que tal vez en estas fechas de buenos propósitos y de replanteamientos, podríamos hacer un alto en el camino para analizar cómo estamos ejerciendo nuestra parentalidad, que cosas están funcionando y cuáles debiéramos cambiar en la relación con ellos.

No sabemos cómo será el mundo del futuro, pero sí que nuestros descendientes heredarán esta Tierra, y que con una formación sólida como personas podrán enfrentarse a la tarea de hacer de ella un lugar mejor y más habitable.

¡Hasta mañana!


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