11.Noviembre.2016
EDUCAR PARA LA LIBERTAD
Por
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Durante mi infancia y adolescencia, fui educada con mucha libertad. Muchos opinarán que tal vez con demasiada. Así que cuando tuve a mis propios hijos, decidí tomar la misma ruta. Lo hice con mucho miedo, porque estos son “tiempos difíciles” y creo que los riesgos que hoy corren nuestros hijos e hijas son mucho mayores que los que vivimos sus padres. Y siempre el miedo a que sufrieran o se equivocaran estuvo ahí, pero sin desanimarme para educarlos en y para la libertad.

¿Quién no se recuerda adolescente, queriendo crecer pronto para poder “ser libre”? La tarea es enseñar a nuestros hijos que ser libres no implica la ausencia de compromisos, sino que la libertad es la capacidad de elegir y comprometerse con aquello que es mejor para ellos.

Yo creo que el secreto de la felicidad está en la libertad y el secreto de ésta en la valentía. La libertad implica interés, riesgo, consciencia, constancia, disciplina y mucha voluntad. Exige obrar consecuentemente, preocuparse verdaderamente por los demás y ser nosotros mismos sin querer aparentar nada especial.

El verdadero aprendizaje se trata de motivar a los niños para que prueben, elijan, exploren, descubran hasta donde pueden o deben llegar, se equivoquen y asuman las consecuencias de sus decisiones. Animarlos a ser creativos, a pensar antes que obedecer, a dudar e investigar por sí mismos, sin miedo a cambiar lo establecido.

Y para poder educar a nuestros hijos en libertad es fundamental construir un marco de confianza y seguridad en nuestra relación con ellos, cimentada en el amor incondicional. El diálogo debe ser la base en la relación, estableciendo límites claros y concretos pero siempre entendiendo y dando “chance” para que actúen con la impulsividad y espontaneidad propias de la niñez.

Nuestra tarea es, entonces, concederles responsabilidades, enseñarles a decir “no”, evitar la sobreprotección y escucharlos con atención… Y cuando crecen, la parte más difícil para los padres pero con la que culmina el entrenamiento para vivir en libertad: respetar su espacio vital y saber retirarnos a tiempo cuando hayan tomado una decisión, aún muchas veces no compartida por nosotros.

¡Hasta mañana!



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