Desde ayer estoy investigando sobre método de crianza en el mundo, tanto en Oriente como en Occidente. En este lado del mundo, sobresale el método finés de prevención de la violencia escolar, el Kiva.

En estos “tiempos difíciles”, en la mayoría de las escuelas existe un fundado temor al llamado “bullying”. Es un tema apremiante, que se ha convertido en un fenómeno mundial.En Latinoamérica, México es el líder en acoso escolar entre niños y adolescentes. Si bien este tipo de conducta violenta existe en todas las sociedades humanas, no puede aceptarse ni debe minimizarse.

Como todos sabemos, Finlandia es un país que destina grandes recursos a la educación. Ha conseguido en los últimos años, el primer puesto en educación superior, en educación primaria y en formación en el Índice de Competitividad Global. Sin embargo, tristemente, también sufre la nefasta epidemia del acoso escolar.

En este país escandinavo, la herramienta para solucionar este fenómeno es el programa Kiva, que se inició desde el año 2007 y hoy se aplica en casi todos los países de la Unión Europea.

Consiste en no centrarse en la confrontación entre víctima y acosador, en no tratar a la víctima para que sea más extrovertida, ni cambiar al acosador para que desarrolle empatía. Se basa en la actuación sobre los alumnos testigos que, por lo general, ríen de tal situación pero que, desde esta actitud pasiva, propician el desarrollo de la conducta violenta.

Kiva pretende influir en dichos espectadores para que no participen de forma indirecta en el acoso, con lo cual, el acosador deja de tener el reconocimiento para proseguir con su comportamiento errado, y ya que siente que no le aporta beneficio alguno, deja de acosar.

En el ochenta por ciento de los centros escolares donde se aplicó el programa Kiva, al acoso escolar ha desaparecido. Por supuesto estas cifras han despertado el interés de la comunidad educativa internacional.

En 2009 el método Kiva recibió el Premio Europeo de Prevención del Crimen; en el programa, los estudiantes son instruidos en unas veinte clases, a los siete, a los diez y a los trece años de edad, para identificar las diferentes formas de acoso escolar. Es decir, se concientizan de ese problema en edades fundamentales. Hacerlos conscientes desde las etapas más tempranas de la vida representa la clave para no apoyar pasivamente actos de violencia.

En estas clases se enseñan valores morales como empatía y respeto a los demás, a través de exposiciones, charlas, videojuegos y películas. Además, se instala un buzón virtual para denunciar si son testigos o víctimas de “bullying”, y se implementa vigilancia en los recreos. En cada escuela o centro educativo el director elige un grupo de tres adultos encargados de detectar o investigar casos de acoso.
Este asunto de trabajar en la conciencia de nuestros hijos para que entiendan que la violencia no es nunca aceptable, y fomentar valores como la solidaridad y la empatía, así como el respeto y la tolerancia, son asuntos que antes de tratarse en las escuelas debieran trabajarse en las familias.

Empecemos pues, a poner nuestro granito de arena en la solución del grave problema del acoso escolar, “kivatizando” a nuestros hijos.
¡Hasta mañana!